Hay ocasiones en las que me haces sentir tremendamente
mal y utilizada. Me cuesta confiar en las personas porque ya me engañaron una
vez, y resulta que deseo tanto que tú seas la que me libre de todo, que eres de
quien menos me fío.
Supongo que es porque me considero poca cosa y a ti te
veo en un pedestal perfecto y resplandeciente; en cualquier momento espero ese
golpe de gracia en el que me tires a un lado y me abandones para irte con
alguien infinitamente mejor que yo.
Sufrí el desinterés por la otra persona hace ya un
tiempo, y supongo que no puedo obligarte a ti a ser más detallista o demostrar
más devoción y cariño porque no eres como yo, por eso me siento triste.
No sueles decir “lo siento”, pero cuando lo haces me hace
más daño de lo que creía, porque en mi fuero interno, lo que más deseaba era
que no me hicieses tanto daño como para pedirlo.
Me estoy volviendo más retraída que nunca, tengo ganas de
llorar continuamente y nada termina de agradarme; estoy asustada aunque no
quiera demostrarlo ante los demás, por eso, en la oscuridad, cuando estoy sola,
es cuando me dejo caer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario